Los escorpiones pertenecen a la clase de los arácnidos, y están
estrechamente emparentados con las arañas, los caros y las garrapatas.
Se los asocia comúnmente con el desierto, pero también están presentes
en la selva brasilea, Columbia Britnica, Carolina del Norte e incluso la
cordillera del Himalaya. Estos resistentes y adaptables artrópodos
existen desde hace cientos de millones de años, y son unos auténticos
supervivientes.
Hay casi 2.000 especies de escorpión, aunque solo 30 o 40 tienen un
veneno lo bastante potente como para matar a una persona. Los numerosos
tipos de veneno están perfectamente adaptados al estilo de vida de cada
especie, especializados para tener la máxima efectividad contra sus
respectivas presas.
Los escorpiones suelen alimentarse de insectos, aunque su dieta puede
ser extraordinariamente amplia, un factor clave para su supervivencia en
tantos entornos hostiles. Cuando la comida escasea, el escorpión tiene
la asombrosa habilidad de ralentizar su metabolismo hasta solo un tercio
de lo habitual entre los artrópodos. Esta técnica permite a algunas
especies consumir muy poco oxígeno y subsistir con un único insecto al
año. Incluso con el metabolismo ralentizado, el escorpión es capaz de
saltar rapidamente sobre su presa cuando se le presenta la oportunidad,
un don que pocas especies hibernadoras poseen.
Estas técnicas de supervivencia permiten al escorpión habitar en
algunos de los entornos más duros del planeta. De hecho, los
investigadores han congelado escorpiones durante una noche, y al
ponerlos al sol el día siguiente, han visto cómo se han descongelado y
han echado a andar. Hay una cosa que los escorpiones necesitan
imperiosamente para sobrevivir: la tierra. Estos animales se entierran
en ella, en zonas con heladas perpetuas o hierba densa, en las que no
hay tierra suelta, es posible que los escorpiones no puedan prosperar.
Fuente: http://www.nationalgeographic.es
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